martes, 29 de mayo de 2012

Un día de perros

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Gran parte de nuestra sociedad piensa que dedicarse al cuidado de los animales no es “serio”. Tal vez serio no sea la palabra; lo que quiero decir es que consideran que hay otras prioridades en la vida por encima del cuidado de los animales.

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Y es verdad. Las personas que dedican su tiempo a La cocina económica, a Cáritas, a Afal, por poner algunos ejemplos, tienen una gran consideración social porque la labor que realizan es impagable, pero también es verdad que el cuidado de nuestros animales es muy importante y por eso no hay que menospreciar la actividad de los que se dedican a ellos en cuerpo y alma.

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Hecha esta pequeña introducción, quiero hablaros de las sensaciones que tengo cuando voy a visitar Arco da Vella, la protectora de animales con la que entré en contacto hace un tiempo [algunos recordaréis mi historia con Nina], y lo que admiro a esas personas que están dedicando su tiempo libre y no tan libre, y su dinero, a que el recinto funcione y a que se adopten el mayor número posible de perros y gatos.

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El pasado 17 de mayo, Día das Letras Galegas, Congo y yo, junto con una amiga, decidimos ir a visitar la protectora y llevarles algunas cosillas que siempre les vienen bien: toallas, comida, chuches y otros artilugios necesarios para el cuidado de los animales recogidos.

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Encontramos la protectora llena a reventar de perros. La última vez que nos habíamos pasado por allí, contaban con 18 y esta vez llegaban a 60. Nos contaron que habían participado en el rescate de perros de Bullas (Murcia), seguro que algunos de vosotros lo visteis en las noticias (las imágenes son fuertes pero es bueno verlas para reflexionar).

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Nos llevamos a pasear a 6 galgos, machos y hembras. ¡Qué agradecidos son estos perros que tienen tan poco! Te miran y te obedecen (algunos) como si les conocieras de toda la vida. Y verlos pasear y correr en libertad, te alegra el corazón.

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No puedo comprender como hay alguien que puede hacer algo así, así, así o así… Sólo son algunos ejemplos que no me entran en la cabeza.

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Los animales “pintan” mucho en nuestras vidas y todos los que han tenido alguna vez, o tienen mascota, o han querido o quieren a un animal, lo saben.

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Los animales “pintan” tanto en nuestras vidas, que a lo largo de la historia son muchos los escritores que han ensalzado esa amistad y ese amor.

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¿Quién no recuerda a Platero, a Rocinante, a Troylo…?

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“Platero y yo” - Juan Ramón Jiménez

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas.... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal....

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel....

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña... pero fuerte y seco como de piedra. Cuando paso sobre él los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

--Tiene acero...

--Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

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“D. Quijote de la Mancha” – Miguel de Cervantes

“Fue luego a ver a su rocín, y aunque tenía más cuartos que un real, y más tachas que el caballo de Gonela, que tantum pellis, et ossa fuit (1), le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro, ni Babieca el del Cid con él se igualaban. Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le podría: porque, según se decía él a sí mismo, no era razón que caballo de caballero tan famoso, y tan bueno él por sí, estuviese sin nombre conocido; y así procuraba acomodársele, de manera que declarase quien había sido, antes que fuese de caballero andante, y lo que era entones: pues estaba muy puesto en razón, que mudando su señor estado, mudase él también el nombre; y le cobrase famoso y de estruendo, como convenía a la nueva orden y al nuevo ejercicio que ya profesaba: y así después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante, nombre a su parecer alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo. Puesto nombre y tan a su gusto a su caballo, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento, duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar Don Quijote, de donde como queda dicho, tomaron ocasión los autores de esta tan verdadera historia, que sin duda se debía llamar Quijada, y no Quesada como otros quisieron decir. Pero acordándose que el valeroso Amadís, no sólo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya, y llamarse Don Quijote de La Mancha, con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.”

(1) «Tamtum pellis et ossa fuit» significa que era solo pelos y huesos

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La última de las “Charlas con Troylo” – Antonio Gala.

"Esta noche también he soñado contigo.
Corrías sobre el césped del jardín, vivo y dichoso, abanderando el rabo. Corrías hacia mí, me reclamabas. Tu ladrido pequeño henchía la mañana.
He alargado la mano, todavía dormido, buscando por la cama a tientas tu cabeza. Sin encontrarte, Troylo.
He encendido la luz. No estabas, Troylo.
No volverás a estar...
Dicen que no se pierde sino lo que nunca se tuvo. Es mentira.
Yo te tuve: te tuve y no te tengo.
Al pie del olivo que juntos estrenamos, una calva en el césped indica dónde estás.
El césped que plantamos hace nada para que tú corrieras, divertido, sobre él; para que tú, al venir la primavera y su templado soplo, te revolcaras jugando sobre él.
Tú no tendrás más primaveras, Troylo.
Ahora eres tú quien abona ese césped. En esto acaba todo.
¿Quién puede hacerse cargo de tal contradicción?
¿Pueden morir del todo alguna vez unos ojos que se han mirado tanto, se han entendido tanto, se han consolado tanto?
Quizá tú ahora habitas con quien más has querido.
Quizá tú ahora eres —si es que eres— más feliz que conmigo.
Quizá tú trotas, moviendo la menuda grupa, por los verdes campos del Edén. Pero durante once años y medio anduviste enredado a mis piernas;
arrebujaste tu lealtad a mi vera; me seguiste a dos pasos por este mundo que, sin ti, no es el mismo. Continuarán los pájaros y los amaneceres, el chorro de la fuente ascenderá en el aire, como la vida, sólo para caer.
Pero no estarás tú, Troylo, compañero irrepetible mío.
Nunca más, nunca más.
Ya no habrá que sacarte a la calle tres veces cada día, ni tampoco habrá que sacarte las muelas de noviembre, ni acercarás resoplando el hocico a los respiraderos de los coches,
ni te asomaras encantado por las ventanillas, ni me recibirás —enloquecido el rabo, ladrando y manoteando— a la puerta de la casa.
Ya no habrá que secarte cuando llueva, ni cepillarte por la mañana al salir de la ducha, ni reñirte porque pides comida: ya no sabré qué hacer con el trocito último del filete...
Nunca más.
Y no me hago a la idea.
¿Qué es lo que has hecho, Troylo?
Quiero dormir para soñar contigo, para jugar contigo y regañarte, para no comprobar que te he perdido. Con la garganta apretada he mandado hoy retirar tus breves propiedades:
tu toalla, tu manta, tu cepillo, tu peine y tus correas...
Las he mandado retirar, pero no lejos.
Porque a lo mejor una mañana te veo regresar, alegre y frágil, cariñoso y sonoro.
(Acaso esta pesadilla es una broma tuya, y se abrirá una puerta y tú aparecerás. De mis oídos no se quita el ritmo de tus pasos, ni la impaciencia de tu cascabel.)
O a lo mejor soy yo el que se acerca una mañana a ti —quién sabe— y te silbo y te llamo y tú levantas la cabeza con el gesto de siempre.
No te preocupes, Troylo: si nada dura —ni el amor—, tampoco la muerte durará.
En donde sea, estaremos todos juntos de nuevo, riendo y bromeando.
Si no, no habría derecho.
Mientras entró y salió la gente de mi vida —de nuestra vida—, tú permaneciste a mi lado, imperturbable, fiel, idéntico, amoroso.
Juntos pasamos por la compañía y por la soledad.
Llegaste, Troylo, a ser yo mismo de otro modo.
El infortunio o el gozo, siempre los compartimos.
Quien a mí me dejó, te dejó a ti, y te quería quien a mí me quiso.
Me hablaba yo, y era a ti a quien hablaba.
La muerte se ha interpuesto en la conversación una vez más, la muerte.
Ahora sí que envejezco, ahora sí que estoy solo.
Es la primera vez que te has portado mal conmigo.
Desde la ventana veré y el olivo y a ti al pie del olivo.
Troylo, amigo mío, interminablemente bajo el césped.
La muerte ha interrumpido nuestras charlas.
Descansa en paz, Nadie jamás podrá sustituirte.
Hasta luego.
Hasta después”

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¿A quién recordáis vosotros?

domingo, 20 de mayo de 2012

Se dice, se comenta.

 

se dice

-Oye, pero es verdad lo qué dicen por ahí todos. Se dice que os han desahuciado.

-Pues sí, hija, sí. Ya ves, he tenido que plantar mi nido aquí en la acera.

-Pero eso es muy peligroso… Para vosotros, y no te digo ya para tus crías.

-Lo sé, pero ¿qué quieres? Primero fui yo la que me quedé en el paro. Después fue Tocho. Y mis padres no pueden ayudarnos, ellos malviven con su pensión.

- Sí, está todo el mundo igual. Y lo peor es que no se ven trazas de que las cosas mejoren.

- Es lo que hay. Lloré mucho pero ya me resigné. Confío en poder sacar mis huevos adelante pero no las tengo todas conmigo. Esto es muy duro.

- Si en algo puedo ayudarte, Manoli, dímelo, por favor. Que ya sabes, mucho no tenemos pero lo que tenemos también es vuestro. Para eso están los amigos.

-Te lo agradezco, querida.

-Ah, y dale un saludo a tu marido.

- Se lo daré, descuida.

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El edificio en el que trabajo, situado dentro del astillero Navantia Ferrol, está rodeado de gaviotas. A menudo me dejan señales en el coche (sobre todo cuando está recién lavado: Ley de Murphy).

El otro  día un compañero me alertó de que una gaviota había hecho nido en la acera. Y ni corta ni perezosa me puse manos a la obra (cámara, quiero decir).

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El nido no puede estar más guarrillo; la pobre gaviota lo hizo como pudo y aprovechó lo que tenía al alcance de su pico: colillas, envoltorios de caramelos, cordones, plumas…

En un principio sólo tenía un huevo, como podéis ver.

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Otro compañero dejó cerca del nido papel de la trituradora y la gaviota, agradecida, lo utilizó para añadirlo al nido que ya tenía y hasta se animó a poner otro huevo. Ahora ya hay dos.

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Aunque el nido está en una esquinita donde no se aparcan coches, sólo bicis y motos, la verdad es que la pobre no está mucho en el nido porque a cada ruido que oye levanta el vuelo.

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Eso sí, aunque sea desde el tejado, vigila el nido y grazna con rabia para advertirnos de que nos andemos con ojo que los huevos son suyos y nada más que suyos.

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No sé en qué terminará esta historia del nido. La verdad es que en todos los años que llevo trabajando en este edificio es la primera vez que veo algo así. En los tejados si que es frecuente ver los nidos, es más, ahora mismo hay dos en el edificio de en frente. Pero en la acera…

Esta rareza me llevó a pensar en la crisis, en los desahucios tan traumáticos…

jueves, 17 de mayo de 2012

Vilamor

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Vilamor: o aquí e o agora.
Vilamor, el aquí y el ahora.

¿Qué pasaba en el mundo en 1977?

Mientras la nave  Enterprise  comienza  su  andadura  espacial,  las Madres de mayo marchan por primera vez en Buenos Aires y  Star Wars  llena  los  cines  de  todo  el  mundo,  en  un maravilloso y recóndito lugar del noroeste español –recién terminada la dictadura de Franco- el tiempo se detiene; y comienza un sueño.

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Rubén Ríos

Breixo, un joven altruista lleno de buenas intenciones, se topa con los habitantes de una comuna aparecida  en las inmediaciones de su aldea, al otro lado del río. A pesar de su cercanía a las fuerzas vivas del pueblo,

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Breixo se deja seducir por el ideal de un estilo de vida alternativo, y ayuda a los jóvenes comuneros a recuperar la aldea perdida de Vilamor. Sin propiedad privada, trabajando la tierra y en total comunión con la naturaleza, el sueño comienza a hacerse realidad (a pesar de los constantes ataques de las autoridades locales). El horizonte de un mundo nuevo se dibuja en las montañas perdidas de Galicia.

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Pero todo se complica para Breixo. Se enamora de Sonia.

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Sabela Arán

No todo el mundo está destinado a vivir este sueño. Con gran tristeza, abandona Vilamor. Treinta y tres años después, convertido en un escritor de éxito y con los ideales oxidados en algún rincón de la memoria,

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Luís Iglesia Besteiro

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Breixo regresa al lugar donde vivió los mejores años de su vida.


Xoel Yañez

Hermes es de buena familia, rebelde y especialista en hierbas medicinales. Pero  su conpocimiento  es de libros, le falta conocer a alguien con experiencia.

El tráiler y todo sobre la pelìcula

La historia de Vilamor está inspirada en la comuna que se instaló en los años 70 en las montañas de Lugo,

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y que aún continúa activa.

El rodaje se realizó en febrero y en el verano de 2011 en los mismos lugares donde se instaló la comuna original (Negueira de Muñiz) y en otros ayuntamientos de la zona como La Fonsagrada y Cervantes (Lugo), Grandes de Salime y Santa Eulalia de Oscos (Asturias).

Vilamor es asimismo un topónimo, el seudónimo cinematográfico de un lugar llamado Foxo, en donde se desarrolló la historia que describe el filme, basado en hechos reales, y como parece indicar el título (para su distribución internacional será Lovetown) una historia de amor. Un romance a finales de los años setenta entre una chica que hoy llamaríamos “alternativa” y un seminarista, dos caracteres opuestos unidos por la querencia a la tierra.

“El cine gallego debe existir, porque tenemos que contar nuestras historias a nuestro modo”, reclamó el director, Ignacio Vilar, al público que asistió al preestreno en Lugo.

“Fue una experiencia que comenzó en 1976; gente preparada, universitarios con conciencia política que querían ser un germen de una sociedad nueva. Aquella etapa se cerró en 1982, cuando apareció la droga dura”, dice Ignacio Vilar, que conoció el asunto a finales de los noventa, cuando fue allí para realizar un documental.

Después viajó por todas partes para conocer y entrevistar a aquella gente. “El promotor, Nilo, fue un personaje que ya había tenido en Lugo un bar peculiar, en el que cada uno pagaba lo que consideraba que era justo. Querían tener una relación hombre-mujer distintas, intentaron crear y legalizar una escuela… Ahora algunos son profesores universitarios, una fundó las Escuelas Fingoi, un referente pedagógico”. Varios aparecen como extras en las escenas finales. También han servido de escenario algunas casas que todavía habitan sucesores de la comuna.

Vilamor narra aquellos inicios, y sobre todo la reacción de las fuerzas vivas y de parte de la población, más que negativa. Es asimismo la descripción de todo un mundo, la sociedad rural tradicional, que entonces comenzaba su declive. En aquellas aldeas (Foxo, Vilar) todo está hoy como estaba entonces, acceso en barca incluido. Quizá por ello la ambientación es perfecta, pese a la falta de medios y al exceso de dificultades.

La apuesta por la fidelidad incluye los diálogos. La versión original está en gallego, usando la mayoría de los personajes una variante dialectal de la lengua gallega poco conocida y propia esa zona, y los jipis —excepto una de origen barbanzano— el gallego estándar, con la terminología de la época.

La frase “no se dan las condiciones objetivas” caracteriza a un personaje, e incluso figura en las camisetas promocionales.

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Esta es la cuarta película de Vilar y la segunda, después de Pradolongo. Mientras, hasta el 17 de mayo, Vilamor se va proyectando en cines de 15 localidades gallegas, Ignacio Vilar, Sabela Arán, Rubén Riós, Xoel Yáñez y dos productores se pasarán esos dos meses en la Caravana Vilamor

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Ignacio Vilar

(una furgoneta Volkswagen típica de entonces) presentándola en 190 institutos y 250 asociaciones culturales.

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Y eso, sin contar las acciones en Internet y las redes sociales. Después se podrá ver en sesiones de verano al aire libre, 150 confirmadas en 25 ayuntamientos de Lugo y 40 de Ourense. Vilar tiene claro que si los espectadores no van al cine, el cine tiene que ir a por los espectadores.

“A diferencia entre un home é un tolo,
é que o home non sempre fai o que quere.”

Frase extraída de la película:

(La diferencia entre un hombre y un loco,
es que el hombre no siempre hace lo que quiere)

Decir por último, que la fotografía fija de la película me pareció extraordinaria, nada menos que se la debemos al prestigioso fotógrafo gallego Xurxo Lobato. Si queréis disfrutar de sus imágenes pulsar aquí.

…ooo000ooo…   …ooo000ooo…  

La información para este post está extraída de aquí y de aquí. Las fotos son de diferentes páginas de la red.

domingo, 13 de mayo de 2012

Namorei

 

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O Cebreiro namora ó viaxeiro
de corazón verde.

O Cebreiro enamora al viajero de corazón verde.

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O vento da montaña.

El viento de la montaña.

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A roupa tendida.

La ropa tendida.

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O ir e vir de persoas de moi diferente condición e sentimento,
paseando sin prisa calquera día do ano.

El ir y venir de personas de muy diferente condición y sentimiento, paseando sin prisa, cualquier día del año.

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O Cebreiro non é mais que unha ducia mal contada de casiñas.

O Cebreiro no es más que una docena mal contada de casas.

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Algunha palloza.

Alguna palloza.

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Unha igresa pequerrechiña e humilde.

Una iglesia pequeñita y humilde.

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Un cruceiro.

Un crucero.

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Pero aínda así, con só esas pequenas cousas,
namora o viaxeiro que ten lume no peito.

Pero aún así, con solo esas pequeñas cosas, enamora al viajero que tiene fuego en el pecho.

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A apacíbel convivencia de uns e outros.

La apacible convivencia de unos y otros.

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Os pelegríns que percorren o Camiño.

Los peregrinos que recorren el Camino.

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A simboloxía dos antergos.
A maxia.

La simbología de los antepasados. La magia.

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As cunchas.

Las conchas.

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Os caxatos.

Los bastones.

Chegar ó Cebreiro, semella doado.
Difícil é decirlle adeus,
sin saber cando imos voltar.

Mais queda en nós, o sabor do seu queixo,
da empanada.
O recordo daquel agasallo
que compramos pensando nun amigo.
E todo o ár que bebimos entre as súas pedras.

Llegar al Cebreiro, parece fácil. Difícil es decirle adiós, sin saber cuando vamos a volver.
Más se queda dentro de nosotros, el sabor de su queso, de la empanada. El recuerdo de aquel regalo que compramos pensando en un amigo.
Y todo el aire que bebimos entre sus piedras.

martes, 8 de mayo de 2012

Dame la razón

 

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Sé que puedo quererte mejor.
Darte más abrazos y más besos.
Sorprenderte más veces mientras estás sentado trabajando en el ordenador,
o leyendo tus revistas de informática.
Sé que puedo decirte al oído, más a menudo, lo mucho que te quiero.
Y acariciarte en la cama, antes de quedarme dormida sobre tu pecho.
Sé que puedo disfrazarme de gasas en negro y rojo
y ponerme zapatos de tacón
y pintarme los labios,
tal vez tatuarme un lunar cerca del labio superior
y ganarte así para mi causa.

Sé que puedo hacer todo eso.

Y no es que no lo haga porque me falten las ganas o porque no quiera.
No es eso, amor.
Es que…
Es esta vida que me devora sigilosa.
Tengo más años.
Me faltan horas.
Me falta luz,
energía,
más pasión.

Pero sé que soy capaz de revivir esos días pasados.
Y quererte mejor.
Y susurrarte en el cuello, por ejemplo, que esta mañana
mientras estaba en la oficina archivando documentos,
pensaba en tu cuerpo cálido y envolvente,
o decirte simplemente que me siento muy muy pequeña
si me imagino la vida sin tenerte a mi lado.

Amor, perdóname.

Perdona todas y cada una de las horas que no te dedico.

Y suena una canción:

“…Dame puertas abiertas
Camas desechas
Quítame el sentido
Dame la razón…”