miércoles, 29 de octubre de 2008

GAlletas de coco

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Esta tarde he estado de cocinillas, mañana estoy invitada a una comida y mi madre me enseñó que no se debe ir a los sitios con las manos vacías. Y lo que más se me apetecía preparar era: Cocadas, entre otras cosas porque el coco me gusta mucho. El coco rallado, quiero decir. Es que como estamos ya cerca de la noche de Hallowen, a ver si alguien se va a pensar que me gusta el coco que da miedo...

La receta es muy sencilla: para estas 36 galletas empleé 6 huevos, taza y media de azúcar y aproximadamente 300 grs. de coco. Primero se baten los huevos, luego se añade el azúcar y por último se va añadiendo el coco poco a poco hasta que se va formando una masa que se despegue de los bordes del bol. A continuación se van haciendo las galletas con dos cucharas y se van depositando sobre la bandeja del horno, previamente untada con mantequilla. Y con el horno a 180º se dejan hornear hasta que adquieran un color morenito.

Senia ya las ha probado y ha dicho que estaban buenas. Su opinión es de fiar porque siempre protesta por todo. A mí también me gustaron pero claro, mi opinión no sirve tanto como la suya porque hoy tengo por las galletas "amor de madre".

Me encantaría que vosotros también las probaráis así que como lo que tiene la "internete" es que es mágica, venga, por favor, no seáis tímidos y coged una al menos, ¿qué tal? ¿os ha gustado?

 

...ooo000ooo... ...ooo000ooo... ...ooo000ooo...

 

Aprovecho para despedirme hasta el lunes. Mañana estaré muy ocupada y el viernes nos vamos de ruta motera a Valdepeñas. Ya os contaré a la vuelta. Si puedo leeros lo haré, lo que no creo que tenga es tiempo para dejaros comentarios, os ruego que me perdonéis.

Espero que seáis buenos y que no me seáis infieles. Feliz fin de semana a todos. Biquiños muy dulces.

martes, 28 de octubre de 2008

En casa...

mAGDALENA wANLI

Sin título - Magdalena Wanli

 

Mientras leo,
miro de reojo a Congo, a mi lado,
sus facciones serenas,  
su respiración acompasada,
su cuerpo entregado al descanso.

 

Observo también,
todos los objetos de esta habitación
que me acoge día tras día,
como un útero materno, cálido,
lugar conocido, donde germinan
hoy
mis sueños matinales.

 

............... y me pierdo

 

Me pierdo en la suma de los días,
en el hombro de Congo sobresaliendo
entre la ropa revuelta de la cama,
en la foto de Senia pequeña,
en los collares que cuelgan del espejo,
y en la mano de Congo,
que arde sobre mi vientre vacío.

 

 

 

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lunes, 27 de octubre de 2008

Es por eso...

English 

Una tarde más vuelvo a la mesa de la cocina. Las noticias sonando en la tele, la infusión preparada y los libros de inglés abiertos de par en par sobre el mantel de cuadros.

Y una tarde más intento buscarle un sentido a lo que hago porque digo que yo que algún sentido tendrá que tener. Me paso las horas corriendo de un lado a otro: al gimnasio, Senia, a la compra, Senia, los recados, Senia, el Obradoiro, Senia, las clases, Senia, planchar, Senia, preparar comida... (Y Congo en mi cabeza entre coma y coma).

¡Oh, English! ¡My god! Mi pobre inglés que en mi boca se convierte en  un Spanglish de pacotilla. Jamás de los jamases conseguiré un acento y una pronunciación dignos. Creo que no tengo talento para el inglés...

Y me digo yo: "Pero mujer, quién te manda hacer tantas cosas y lo que es peor ¿para qué?" Y no sé que contestarme. No lo sé. Igual debiera quedarme en el sofá zapateada, leyendo o haciendo punto de cruz. Pero siento la necesidad de estar activa saltando de acá para allá. Y me gusta estar en el aula participando cual adolescente, sin sentir vergüenza de mis torpes titubeos en la lengua de Shakespeare. Y sentir que todavía puedo hacer muchas cosas nuevas por mi misma, pasando nervios y lo que haga falta.

Una tarde más, la única respuesta razonable que encuentro a todo es que no quiero hacerme mayor. Y esa es mi forma de evitarlo, la única que conozco hasta ahora.

Tal vez todo se resuma en eso. Corro por miedo.

 

domingo, 26 de octubre de 2008

Punta Frouxeira

 

faro

Irene llevaba semanas con la idea de ir hasta allí. Pero un día por otro no encontraba tiempo. Le apetecía un montón fotografiar el faro, el túnel y los acantilados. El mar tendría que estar impresionante con tanto viento.

Y por fin lo había decidido. Sería hoy. No iba a postergarlo más.

Al salir de la oficina de camino a casa iba haciendo cálculos de hora. Comería rápido, los cacharros al lavavajillas y el resto de cosas bien podrían esperar hasta su vuelta. Aprovecharía el poco sol que hacía para hacer las fotos. Tendría que salir aproximadamente sobre las cuatro si quería disfrutar del viaje con calma.

Tenía una pequeña duda. ¿Se atrevería a atravesar el túnel? Iba decidida. Tampoco era para tanto. Además siempre acostumbraba a haber gente. Era un lugar sumamente atractivo.

Y así hizo, tal como tenía planeado. Mientras se calentaba la comida que había dejado preparada de víspera se cambió de ropa. Tendría que ir abrigada porque allí el timepo siempre etaba revuelto, aún en verano.

Comió viendo las noticias en la tele. La deprimían. El mundo se había vuelto loco. Todo eran muertes violentas, accidentes, guerras, catástrofes. Aunque no era amante del deporte, al menos esas noticias le daban un descanso a su cabeza.

"No sé a donde vamos a llegar", dijo en voz alta, mientras se levantaba de la mesa camino del fregadero. Recogió la mesa y abrió la ventana de la cocina como de costumbre. Momento pitillo. Era incomprensible que le molestara el olor del tabaco en casa siendo fumadora, pero así era. Además, también es verdad, le gustaba fumar por la ventana, aunque fuese invierno e hiciese frío. Era reconfortante. Sobre todo después cuando cerraba y volvía al dulce calor de la cocina soleada.

Se lavó los dientes, fue al baño, se calzó las botas de montaña, se puso el chaquetón, cogió el bolso, la cámara de fotos y como una colegiala de excursión cerró la puerta de casa. Se acordó que había quedado de llamar a su amiga Laura para ir al cine. Volvió a abrir la puerta, se dirigió al teléfono y marcó los números. Salió la fría voz del buzón de voz del móvil de su amiga. Le dejaría el recado grabado.

"Hola Laura, soy Irene, me voy ahora mismo hasta Punta Frouxeira pero volveré con tiempo para ir al cine. Recógeme en casa a las ocho. Hasta luego".

Y volvió a salir al rellano. Cerró la puerta y bajó al garaje a coger el coche. Encendió la radio y se sintió como si fuese a vivir una aventura extraordinaria. No sé explicaba porqué tenía ese cúmulo de sensaciones. Trató de quitarle importancia y se puso a cantar.

Se tardaba media hora en llegar. Un suspiro cuando se disfrutaba del tiempo a cada minuto. Así que sin darse cuenta estaba en la estrecha carretera que conducía al aparcamiento del Faro. Tuvo que reducir la velocidad porque se encontró con otro coche delante. Un Seat Ibiza blanco con matrícula de fuera. Era normal en un lugar turístico como aquél aunque fuese durante la semana. Llegaron prácticamente juntos al aparcamiento. Y se bajaron los dos casi al unísono.

Del otro coche bajó un hombre. Puede que fuese de su misma edad o tal vez algo más joven. No se le daban muy bien esos cálculos. Se sintió un poco coaccionada para empezar a andar hacia el túnel. Como quiera que fuese el hombre era un extraño aunque tuviera buena pinta. Empezó a incomodarse, mientras daba vueltas por los alrededores del coche haciendo tiempo, mirando al mar. No quería entrar en el túnel con aquel hombre. Se dio la vuelta para volver a entrar al coche cuando el hombre se acercó a ella.

- Hola, buenas tardes. ¿Se puede pasar al túnel?

¿No conoces el lugar?

- Pues no. Me ha hablado un compañero del trabajo de este sitio y hoy me he decidido a venir.

- Pues sí que se puede entrar al túnel. Hay varios justo debajo de donde estamos. Antiguamente eran puestos de defensa de la costa. Al final de éste hay un mirador que está ya encima del mar. Siempre me impresiona.

- ¿Te importa si vamos juntos?

- Pues no -dijo Irene un tanto dubitativa.

- Mi nombre es Raúl ¿El tuyo? -dijo Raúl tendiéndole la mano.

- Me llamo Irene.

 

túnel

Se dieron la mano cortésmente y se pusieron a andar hasta la entrada. El pasillo principal del túnel estaba despejado y las dependencias que había a los lados sólo contenían escombros. Estaba en bastante buen estado de limpieza y conservación.

- Casi iba a marcharme porque atravesar el túnel me da miedo.

- Sí, resulta un poco inhóspito.

- Pero merece la pena llegar al final, ya lo verás.

- Te creo.

- ¿De dónde eres?

- De Cuenca.

- No la conozco.

- Tiene su encanto, como cualquier ciudad.

- Sí. Pienso como tú. Las ciudades al igual que las cosas hay que apreciarlas para poder encontrarles el punto.

- Ya hemos llegado.

- Si damos otro paso más nos caemos al mar.

- Tenías razón. Es fantástico.

- ¿Quieres fumar? -dijo Irene sacando el paquete de tabaco del bolso.

- No, gracias. No fumo -dijo Raúl.

- ¿Te molesta el humo? -dijo Irene.

- No, en absoluto. Además con el aire que hace ni me enteraré.

- ¿Te importaría sacarme una foto? Te puedo sacar también alguna a ti. Si tienes dirección de correo luego te las envío.

- No es necesario. No me gustan mucho las fotos. Gracias de todos modos. Pero venga, trae la cámara que te saco alguna.

Irene le pasó la cámara y le explicó lo básico para enfocar alejando y acercando y como tenía que pulsar el botón unos segundos para que la foto saliese nítida.

- Eres muy guapa, Irene.

- Gracias.

- Sonríe un poco que sales muy seria.

- Eso va a ser complicado. Me pongo muy nerviosa porque no me gusta que me miren.

- Pues sin mirarte es imposible enfocar ¿no crees?

- Sí. Lo intentaré.

- Te puedo contar un chiste o algo.

- No, ya está. ¿Así?

- Perfecta.

Raúl terminó de hacerle la foto y le devolvió la cámara.

- Bueno pues si quieres nos vamos -dijo Irene invitando a Raúl a marcharse del balcón.

- Verás, me gustaría quedarme un rato -dijo Raúl cambiando el tono de voz.

- Vale, entonces no te molesto más. Ya me voy. Tengo unos recados que hacer al volver

-dijo Irene a modo de disculpa.

- No te preocupes. Ha sido muy agradable estar contigo aquí -dijo Raúl en tono contrito.

- Para mi también ha sido agradable -dijo Irene dándose ya casi la vuelta.

- Encantado de conocerte Irene -dijo Raúl tendiéndole la mano

- Lo mismo digo -dijo Irene, emprendiendo ya el camino, pensativa.

Dió dos pasos y se volvió.

- Verás, tal vez te apetezca que te espere y que tomemos algo al volver. Aún me queda tiempo para un café -dijo Irene.

- Lo siento, me encantaría pero yo también tengo cosas que hacer después. De todos modos gracias por la invitación. Dame tu número de teléfono y te llamo un día -dijo Raúl sacando su móvil del bolsillo para apuntarlo directamente en la agenda de direcciones.

- 656.23.15.58 -dijo Irene despacio.

- Bueno pues ya está, dijo Raúl guardando de nuevo el móvil en el bolsillo.

- Hasta otro día, entonces -dijo Irene satisfecha de si misma.

- Hasta luego y gracias por tu compañía.

Irene comenzó de nuevo el camino de vuelta. Esta vez definitivamente. Se sentía contenta. Raúl le había caído bien. Le gustaría volver a verlo. Llegó afuera y corrió hasta llegar al coche. Lo abrió, se sentó y metió la llave en el contacto. Se le vino a la cabeza el número que le había dado dándose cuenta que había equivocado el último número. Algo habitual. Estaba duada con su madre y solía equivocarse con frecuencia. Salió del coche para volver hasta Raúl y decírselo. Cerró de nuevo el coche y emprendió el camino otra vez.

"Parece que no voy a irme nunca de aquí", dijo Irene, resignada, en voz alta.

Al entrar al túnel no vio a Raúl. Tal vez había salido por la parte de arriba. Había un pequeño caminito y seguro que lo había descubierto. Llegaría hasta el final y lo llamaría. Conforme se iba acercando vio un bulto en el pequeño muro de la balconada, donde hacía pocos minutos habían estado sentados conversando. Al acercarse pudo comprobar que se trataba de la ropa de Raúl, doblada impecablemente. Se asomó al vacío y empezó a gritar su nombre

- Raúl, Raúl, Raúl...

Tardó unos segundos en descubrir su cuerpo aplastado contra una roca. Desnudo y frío.

 

balcón

 

 

 

 

 

viernes, 24 de octubre de 2008

Nuestra historia

 

la extraña pareja II

en un desguace
de la vida
rotos
dimos nuestros primeros pasos
inseguros

 

 

brazo

en una tregua
de la batalla
heridos
abandonamos nuestro pasado imperfecto
pacientes

 

 

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en un remanso
de la lluvia
empapados
nos despojamos de nuestra coraza de silencio
serenos

 

y echamos a andar.

 

 

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Las fotografías son de: (Lolita) • 8

 

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miércoles, 22 de octubre de 2008

Hoy no tengo

pies

 

hoy no tengo más que contarte
que llueve lento
y que no hago más que recordar
como jugábamos el lunes 
a mordernos los labios
en la hora acalorada de la siesta.

 

hoy no tengo más para ofrecerte
que mis pies fríos
en este día de otoño
que ya entró en nuestra casa
a pesar de la puerta blindada
y el doble ventanal.

 

 

 

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martes, 21 de octubre de 2008

Diálogo para la reflexión

feministas_defienden_aborto_derecho_mujer_decidir_imagen_manifestacion_1982

Las feministas defienden el aborto como un derecho de la mujer a decidir. En la imagen, una manifestación de 1982.- CHEMA CONESA

 

- ¿Estás segura de que quieres hacerlo?

- ¿Por qué esa pregunta ahora? Ya he rellenado todos los formularios y los tests habidos y por haber

- ¿No te han explicado que el último paso es la entrevista personal?

- No. Nadie me ha dicho nada

- Pues tienes que saber que yo decido en última instancia

- No me parece justo. Hablar en persona es más difícil que escribir respuestas en un papel

- Por eso. Lo que quieres hacer implica muchos riesgos. Hemos de estar seguros de que es lo que más te conviene

- Yo ya he pagado y he venido por voluntad propia. Es todo cuanto debería importar

- No te pongas a la defensiva

- No estoy a la defensiva

- Tu tono de voz ha cambiado

- ¡Que listo! Si no me lo hacéis aquí iré a otro sitio. Hay miles de ellos.

- Sabes que este este es el mejor en cuanto a profesionalidad y discreción. Por esto estás aquí y no en otro lugar

- Es un golpe bajo

- Sólo la verdad

- Bueno, pues estoy segura de que quiero hacerlo. No puedo seguir adelante. Arruinaría mi vida. No puedo con esa responsabilidad ahora.

- ¿Con quién has venido?

- Con una amiga

- Es todo cuanto quería saber

- ¿Entonces ya está?

- Sí. Cuando quieras. Si quieres esperar algún tiempo más todavía hay margen.

- No. Quiero hacerlo ahora

- Entonces vamos allá. Acompáñame

- Tengo un poco de miedo

- Es normal. No te preocupes. Todo irá bien.

 

 

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26 años después.

El barco holandés sumará ocho abortos tras su paso por Valencia.

El velero practicó tres interrupciones en aguas internacionales. Hasta su marcha de Valencia, el martes, el «Women on waves» llevará a cabo otras cinco intervenciones... (Noticia recogida en La Razón Digital. Si quieres leer el resto pincha en el link)

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domingo, 19 de octubre de 2008

De besos nuevos

 

Andrey&Ekaterina Muzikin

Sin título - Andrey&Ekaterina Muzkin

 

- ¿Te cuento un secreto?

- Dime.

- Nunca antes nadie me había besado ahí.

- No me lo puedo creer.

- Es verdad.

- Es que me parece increíble.

- Supongo que tienes razón pero...

- Y, ¿qué sientes?

- Siento una especie de cosquilla muy...

- ¿Sólo eso?

- Bueno, eso y... me gusta... me gusta mucho.

- Eso está mejor.

- Y si sigues haciéndolo creo que...

- ¿Qué?

- Cariño, me voy a derretir...

- De eso se trata, princesa.

- Yo no sabía que se podía sentir esto.

- Pues aprovecha porque no pienso parar.

- No... no pares, cariño.




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sábado, 18 de octubre de 2008

Y así fue como...

carta a máquina - Tito Martins

 "Carta a máquina" - Tito Martins

 

Todo empezó con un anuncio en el periódico.

“Tierna, cariñosa, sensible y educada. Me gusta la música, leer y el cine. Desearía conocer hombre entre 30-40 años, amistad y lo que surja.”

Tú fuiste el primero en contestar. Yo estaba muy sola. Tú voz era cálida, alegre y me decidí por ti sin dudar. Te llamé por teléfono y hablamos durante muchas horas a partir de aquel momento. Y fue tu voz, esa voz que me decía esas cosas tan maravillosas, la que empezó a engatusarme.

Después empezaron a llegar las cartas, las tarjetas, los mensajes en el contestador del teléfono... Más y más y más palabras bonitas. Eras el hombre que había imaginado en mis sueños. Y aunque eras demasiado irreal para ser cierto, inocente, te creí. Antes de llegar a conocerte en persona ya me había enamorado de ti, perdidamente.

El primer fin de semana que quedamos para vernos, después de llevar hablándonos y escribiéndonos unos cuantos meses, tenía tantos nervios y quería aprovechar tanto el tiempo para estar contigo que no podía ni dormir. Estaba rota por dentro y el miedo me podía. Pero tú eras tan dulce, tan cariñoso, y me decías tan convencido que todo saldría bien que a cada minuto que pasaba te adoraba un poco más, hasta la obsesión.

Todo en ti era nuevo y para mí, chica de pueblo, una aventura excitante.

Pero un día, con la misma brusquedad que se despierta de un mal sueño, empezaste a difuminarte. Cuando quise darme cuenta ya casi no estabas formando parte de mi vida. Tus cartas y llamadas se fueron espaciando y empezaron los tiempos difíciles. No hacía más que preguntarme: ¿por qué?, ¿por qué?, ¿qué había hecho mal? Mi ceguera y mi locura ni siquiera me dejaban echarte un mínimo de culpa, a pesar de que no conseguí que me explicaras el porqué de tu cambio repentino.

Dejamos de vernos. Pero estaba tan enganchada que no podía dejar de llamarte. Tú también llamabas de vez en cuando para que ese enganche siguiera surtiendo efecto. Querías ese juego, lo disfrutabas. Algunas veces apagabas el teléfono días y días, a las horas en que yo solía llamarte. Eras cruel y me hacías daño. Te odiaba. Entonces abatida y hundida en mi pozo, dejaba de llamarte un tiempo y volvías a llamarme tú como si nada hubiera pasado, como si me hubieses llamado el día anterior y tu voz seguía diciéndome palabras bonitas. Me estabas volviendo loca.

Un día, totalmente desesperada, tomé una decisión. Te escribí una larga carta y te pedí por favor que no me llamases nunca más, que yo también iba a dejar de hacerlo. O el juego terminaba o lo iba a pagar caro. Así me lo había dicho el psicólogo.

Es verdad que conseguí no llamarte durante un tiempo, poco. Me había hecho dependiente de ti. No podía vivir sin tu voz. Era una adicta y estaba empezando a sufrir las consecuencias.

Y volvía a empezar con las llamadas, cada día odiándome y despreciándome a mi misma un poco más por no tener la suficiente fuerza de voluntad y el valor para decirte adiós, definitivamente.

 

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Sólo el paso del tiempo que acaba por curar todas las heridas y la terapia, consiguieron cicatrizar, lo que en un principio, no pudieron conseguir mi mente y mucho menos mi corazón.

 

miércoles, 15 de octubre de 2008

Cerrando puertas

 

dirty door - Terry Gilroy "Dirty door" - Terry Gilroy

 

- ¿Diga?

- ¿Ángel?

- Sí.

- Soy Marta.

- ¡Marta!, no te había reconocido, lo siento.

- No importa, es lógico. Ha pasado mucho tiempo. ¿Qué tal estás? ¿Qué tal tus hijos?

- Mis hijos bien. Mi madre se murió el año pasado, ya sabes que estaba muy delicada de salud.

- Lo siento.

- Cosas de la vida ¿Y a ti, cómo te va?

- Bueno, supongo que no te importa demasiado ya que nunca te preocupaste de llamarme.

- Sólo intento ser educado.

- Gracias. En realidad sólo te llamo por un motivo. Tengo que pedirte algo. Algo que para mí es muy importante. Algo que te pedí un día y tú me negaste. Hoy tengo que intentarlo de nuevo.

- Tus cartas.

- Sí, mis cartas.

- No puedo devolvértelas. Debería decir: no quiero devolvértelas, Marta. ¿Me devolverías tú las mías?

- No. Y tienes que reconocer que es diferente. Yo te quise de verdad, para mí tus cartas significaron muchas cosas. Todavía me gusta leerlas de vez en cuando. En cambio, estoy segura que las mías, si es de que las conservas, lo único que hacen es estorbar… son sólo la muestra de una aventura más.

- Eso sólo lo estás diciendo tú.

- Es así como lo veo.

- Pues estás equivocada. Yo también me enamoré de ti.

- Permíteme que lo ponga en duda. Tienes que reconocer que te portaste mal conmigo. Sería humano por tu parte y me haría sentir mejor si al fin lo reconocieras, siempre y cuando lo hagas con sinceridad. Yo ya puedo oírlo, ya soy mayor para entender todo.

- Ya sé que es un poco tarde, es verdad, pero siento que hayas sufrido.

- ¡Y no sabes cuánto!

- Lo siento.

- Mira, ahora me pareces sincero, aunque ya no me sirva de mucho a estas alturas.

- En tu tono de voz hay mucha acritud.

- No te preocupes, olvídalo. Verás, he ensayado está conversación miles de veces… en muchos aspectos no he cambiado y durante mucho tiempo tuve la sensación de vivir una “historia sin final” que me producía un malestar profundo. En multitud de ocasiones he estado tentada de coger el teléfono y llamarte… y me decía: ¿para qué?… Pero nunca he podido olvidar las cartas. Si me las devolvieses yo podría echar el cierre definitivo a ese capítulo de mi vida.

- Tus cartas para mí también fueron y son importantes. Ya sé que no me crees por la manera de comportarme pero es la pura verdad. Yo también las leo alguna vez. Y siempre siento lo mismo: fuiste de lo mejor que pasó por mi vida y te traté mal, muy mal. He pensado en ello mucho tiempo. Quizá si te las devuelvo te demuestre…

- Por favor, no sigas por ahí. Ya no has de demostrarme nada. No te he llamado para oírte decir palabras bonitas, esas palabras que tu sabes manejar tan bien. Solo se trata de que me contestes con un sí o con un no. Es muy sencillo.

- No tanto. No quiero desprenderme de ellas.

- Sé que voy a sentirme liberada definitivamente el día que las tenga conmigo. No puedes negarme eso y lo sabes. Sabes que me lo debes.

- Está bien. Tendrás que darme la dirección de tu nueva casa. Espero que el cambio fuese agradable.

- Sí.

- ¿Marta, te encuentras bien?

- Perfectamente. Toma nota, por favor: Marta Suárez Robles. C/ Tambre, 25, 2º izda. Cerceda. A Coruña.

- Marta, siento haberte hecho daño… Ahora al oírte de nuevo me doy cuenta de todo lo que te hice. Te pido que me perdones.

- Ya te he perdonado hace tiempo, no te preocupes.

- ¿Eres feliz? Si alguien merece encontrar el amor, esa persona eres tú. Y no estoy tratando de ser amable. Es de corazón.

- Te creo, gracias. Siempre intento ser feliz, ya lo sabes. Vamos a dejarlo así.

- Te deseo lo mejor, Marta. Mañana iré a correos y enviaré el paquete certificado para que no haya ningún problema.

- No sabes lo mucho que significa para mí.

- Lo sé.

- No sé qué más puedo decir… yo.

- Gracias, Ángel, de verdad.

- Marta….

- Un beso.

El sonido de la línea telefónica al colgar inundó el silencio de la habitación. Marta se levantó del sofá y fue a mirar por la ventana el cielo nocturno. Una lágrima resbalaba por su cara.

 

 

martes, 14 de octubre de 2008

De faros y amores

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Fotografía sin título de Max Billder

Mi faro te espera en un pequeño promontorio, desafiando testarudo las olas que rompen salvajes, los días de tormenta. Majestuoso como un titán, vigila la llegada de forasteros y espera paciente que un día regreses cual farero en los tiempos antiguos, y te quedes a vivir en él.

enciendo la luz de mi faro
para que llegues desde lejos
por aire tierra o mar

- tres llamaradas cortas
una larga continuada -

las noches de mi vida
se suceden repetidas en vigilia,
aguardando oír tus pasos

- tres llamaradas cortas
una larga continuada -

mientras, el mar arrulla
mis destellos silenciosos
que se desvanecen al amanecer




lunes, 13 de octubre de 2008

Nemo II

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en la búsqueda
de besos de delfin
tuve que navegar
muchos mares y océanos,
hasta sumergirme
en aguas muy profundas
y buscar por los rincones
más intrincados
de las cuevas submarinas.

me encontré en mi búsqueda
con Nemo, el de los viajes
el de las veinte mil leguas
el del submarino de sueños,
que me indicó donde estaban
los más inimaginables

- nos despedimos con un abrazo
y tenía bigote como Omar Shariff –

encontrados todos los besos
de delfín
aproveché el impulso de una ola
para acercarme a una playa
y terminar en ella mi viaje
mi búsqueda.







sábado, 11 de octubre de 2008

Si tuviera una barita mágica...

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Me gusta pensarte desnudo en la cama, acomodado a mi cuerpo mientras sigo leyendo, vigilando como te vas durmiendo antes de que termine el capítulo,

pensarte mientras te beso los ojos cerrados y la punta de la nariz,

pensarte conduciendo de camino a mi abrazo, anocheciendo por los campos de Castilla en una de esas carreteras que no se acaban nunca, que siguen hasta más allá del horizonte,

pensarte quizá como la primera vez que te ví, tosiendo  a causa de aquel catarro invernal,

pensarte entrando en mi cuerpo mientras te ruego te suplico te susurro,

pensarte pidiéndome eso que un día quiero que me pidas...

pensarte en blanco y negro, en color, mientras te duchas o mientras coges al vuelo con la boca los granos de maíz tostado, que previamente has lanzado al aire,

pensarte acosándome con tus caricias mientras preparo la cena, jugando a tirarme la zapatilla...

pensarte los lunes, los martes, los miércoles... los fines de semana... en marzo y en diciembre,

 

 

Me gusta pensarte de cualquier manera... y si tuviera una barita mágica, te traería ahora mismo a mi lado porque... Te echo de menos, Congo.

 

La fotografía es de Joost Weddepohl 

 

 

viernes, 10 de octubre de 2008

Maruxaina

 

Maruxaina San Cibrao - Cervo

Sirena

Tengo la convicción de que no existes
y sin embargo te oigo cada noche
te invento a veces con mi vanidad
o mi desolación o mi modorra
del infinito mar viene su asombro
lo escucho como un salmo y pese a todo
tan convencido estoy de que no existes
que te aguardo en mi sueño para luego.

Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia

(Paso de los Toros – Uruguay,1920 – 88 años)

Ensayista, escritor y poeta. Integrante de la Generación del 45

 

ventana piedra

El tiempo me recuerda

Recordar no es siempre regresar a lo que ha sido.
En la memoria hay algas que arrastran extrañas maravillas;
objetos que no nos pertenecen o que nunca flotaron.
La luz que recorre los abismos
ilumina años anteriores a mí, que no he vivido
pero recuerdo como ocurrido ayer.
Hacia mil novecientos
paseé por un parque que está en París -estaba-
envuelto por la bruma.
Mi traje tenía el mismo color de la niebla.
La luz era la misma de hoy
-setenta años después-
cuando la breve tormenta ha pasado
y a través de los cristales veo pasar la gente,
desde esta ventana tan cerca de las nubes.
En mis ojos parece llover
un tiempo que no es mío

Julia Uceda

(Sevilla -España, 1925 – 83 años)

Estudiosa y poeta, es una escritora poco conocida para el público aunque con una producción poética importante, avalada por el Premio Nacional de Poesía 2003.

En 1965 se traslada a EEUU donde imparte clases de literatura en la Michigan State University. Pasó, también, dos años de su vida en Ardee, Irlanda. En 1973 regresa a España y fija su residencia en Narón – A Coruña.

 

silla  sombrilla

Verano 1966

Cuando me extiendo junto al mar,
existe el agua y su palpitación
y un cielo azul cuya profundidad
es demasiado grande para mí.
Sentir el mar, su lentitud viviente,
es la magnificencia y el olvido,
pero sentir la vida de los camaradas
en ser el camarada de uno mismo.
El cielo inmóvil tiene su razón, lo sé,
pero la razón que hay en nosotros
existirá aún cuando este cielo
hay sido borrado por el viento y el frío.

Antonio Gamoneda
(Oviedo - España, 1931 – 77 años)

Poeta español, ganador del Premio Cervantes en 2006. Ha vivido desde los 3 años en la ciudad de León; la cual ha influenciado notablemente en su trayectoria poética.

 

torre

Maruxaina - San Cibrao - Cervo (Lugo) A Festa da Maruxaina se celebra en San Ciprián el segundo sábado de Agosto y está declarada de Interés Turístico, recreando la leyenda de la Sirena Maruxaina. Cuenta la leyenda que esta sirena, que permanece todo el año cerca de 'Os Farellons', atrae con sus cantos a los marineros para que después naufraguen. Las aguas tranquilas se convierten en fuertes tempestades, hundiendo las naves de estos marineros que quedan hechizados con los encantos de la Maruxaina.

Pocos sobreviven para contarlo. Entre éstos y otros pescadores del pueblo deciden hacer algo. La intentarán atrapar en una noche sin luna y con todas sus cuernas para hacer mucho ruido y así no escuchar sus cantos. Apagan todas las luces del pueblo y salen a por ella. Con todas las cuernas sonando apenas escuchan los cantos de Maruxaina, que es apresada y llevada a San Cibrao. Allí, en la Plaza Mayor, es juzgada y condenada sin remisión.

En la actualidad, el segundo sábado de Agosto se recrea la leyenda, saliendo los barcos al mar y haciendo sonar sus sirena. De vuelta, encienden las luces de los barcos y se juzga a la sirena en la Plaza Mayor, finalizando todo con una gran fiesta en la playa de O Torno.

 

...ooo000ooo...   ...ooo000ooo...   ...ooo000ooo...

 

Las fotografías son de mi buen compañero de trabajo Luís Lorenzo Leira, quien me contó la primera versión sobre esta leyenda que desconocía. Si pincháis en su nombre podéis ver más fotos.

jueves, 9 de octubre de 2008

De besos



I




La noche


dos deconocidos sin nombre
se besan con pasión
mezclados con otros,
que como ellos buscan besos
en los que anclar sus deseos.





Después de la noche


lo de siempre,
un vacío en la boca del estómago,
una mirada triste de perro sin dueño.




II




me besaste a traición
robándome así el derecho
de poder decirte
que ya no deseaba tus besos,
que por fin
ya no me importabas nada




III



montones de besos indeseados
cubren mi cuerpo por las noches
acostada en la cama que ya no te extraña


son los remordimientos
de lo que nunca debió suceder





Las fotografías son de Tomas Rücker






miércoles, 8 de octubre de 2008

El sillón de las lamentaciones










¿Recuerdan el monólogo que se titulaba “Ponga una terapia en su vida”? Empezaba así:

“Tengo que buscar un sitio para pensar. Lo voy a hacer como un juego. No, no piensen que es una tontería. Es algo muy serio. En realidad se trata de una nueva terapia. Ahora no me acuerdo como se llama porque evidentemente tiene un nombre…”

Pues el caso es que en mi afán de llevar el experimento terapéutico un poco más allá decidí sentarme en “el sillón de las lamentaciones”. Así es como lo bautizó un buen amigo cuando le conté la historia en la que andaba metida.

Bueno, pues tengo que confesarles que me sentí totalmente incapaz. Como todo el mundo, también yo tengo cosas por las que llorar y que me causan dolor aunque mi vida sea fantástica y maravillosa. Pero ¿quién no tiene fantasmas pasados, presentes o futuros? El que se sienta libre de esa pesada carga que tire la primera piedra, como suele decirse.

Es que bien pensado, la terapia me parece un poco contradictoria. Voy a contarles, verán. Por un lado es un poco masoquista. La idea de sentarse en un lugar sabiendo que uno va a enfrentarse a una batalla interna no es muy atractiva. No creo que le apetezca a nadie que no ame el sufrimiento. Y por otro lado la idea es valiente. Enfrentarse al dolor y a las limitaciones personales preparados para la lucha y diciéndoles: Aquí estoy en mi sillón dispuesta a desterraros para siempre. Venid, venid si os atrevéis, que voy a dar cuenta de vosotros en un pís-pás. No sé, supongo que todo depende del cristal con que se mire.

Y entonces pensé en si yo fuese de verdad una de esas personas que piensan-en-cosas-malas-que-las-angustian-y-deprimen-causándoles-gran-dolor. Sentí tanta tristeza que me deprimí de verdad.

Busqué por casa uno de esos manuales que tengo de autoayuda (que creo que al único que ayudan es al autor) y me puse a leer algunos de los testimonios reales de las personas que allí se atrevieron a exponerlos y se pusieron en manos de esos psicólogos para que practicasen sus terapias y ver si daban resultado para aplicarlas a otros posibles pacientes. Conejillos de laboratorio desesperados por salvarse. Fue desolador. En realidad sólo pude leer unos pequeños fragmentos de algunos de esos momentos depresivos de los cuales eran víctimas.

“Me siento confusa, aturdida. No sé qué debo hacer ni qué decisión tomar en cosas sin importancia. El sentimiento de tristeza y de querer morirme ha permanecido todo el día en mi cabeza. Y esto hace que me sienta miserable y egoísta. Estoy muy cansada.”

“Siempre me siento mal por el mismo motivo. Tal vez no consiga superarlo nunca. Sé que tengo que ser valiente y seguir intentándolo. Pero no sé cómo voy a poder. Los años pasan y siento que no avanzo. Cada vez me siento más desesperanzada, metida en un barrizal del que por más esfuerzos que hago no consigo salir.”

“Me odio. Y si yo me odio cómo voy a conseguir que alguien me quiera. Nadie quiere a las personas tristes y que se deprimen por cosas que a los demás les parecen tonterías.”

“Tengo taquicardia. Ojalá me diera un ataque al corazón en serio y me muriera de verdad. Me sudan las manos. No puedo tragar saliva. Se me está cerrando la garganta. No puedo respirar. Tengo que llamar a alguien que me ayude. ¿Y a quién llamo ahora? Me da vergüenza contar lo que pasa. Me siento estúpida, pequeña.”

No pude leer más.

Hay que estar desesperados como esas personas y al mismo tiempo tener mucho valor y mucha fe para creer que a base de trabajar con la mente pueden llegar a curarse totalmente. Desde luego creo que en esta vida todo es posible pero tengo mis reservas acerca de todas estas terapias modernas. Entiendo que tiene que ser terriblemente duro el camino que han de recorrer hasta conseguirlo.

Si antes de leer los testimonios estaba deprimida, después lo estaba mucho más. Así que me puse unas mallas deportivas, las zapatillas de deporte y salí a correr. Necesitaba sentir como el aire de la calle ya fresco por estar atardeciendo se llevaba las malas vibraciones que se habían instalado en mi cabeza.

Tal vez otro día lo intentaría porque hoy… hoy me había faltado valor. Sí, yo, la mujer madura, lógica, congruente, sensata, objetiva, con aplomo, segura de mi misma, decidida, arriesgada, tenaz… no tuve las suficientes agallas para enfrentarme a una prueba como esa.

Y por un instante dejé de sentirme tan fantástica y tan super-divina-de-la-muerte para verme como realmente soy: una mujer madura que ha sufrido y que a veces, no consigue superar los escollos que se presentan en su camino porque el miedo se apodera de su vida.

Estaba hablando de mi misma, desde el principio, sólo que en algunas ocasiones, negar lo evidente ante el papel y pensar que las cosas les pasan a los demás y no a nosotros, resulta más alentador.



martes, 7 de octubre de 2008

El letrero del espejo










Me gustaría empezar este post diciendo:

Hace ya 3 años, 2 meses y 1 día (por poner un ejemplo) que… Pero desconozco el tiempo exacto. No sé cuánto tiempo ha transcurrido desde que el letrero llegó a formar parte de la decoración de mi dormitorio.

Congo me lo regaló un día. Estaba inmersa, por aquella época, en una de las múltiples terapias que he probado a lo largo y ancho de mi dilatada vida emocional. Me lo envió por correo electrónico desde ultramar, preguntándome: “¿Qué te parece así?”.

A mí me pareció tan bien que lo pegué en seguida en el espejo de la cómoda para verlo cuando me levanto, cuando me acuesto y todas las veces que paso por delante del espejo durante el día.

Dice así:

“Cada día no es una lucha, es un día más de tantos.

A ver qué me depara, no tengo que tener miedo.

Aldabra, ¡no te agobies antes de tiempo!”

Visto así, en frío, puede parecer una tontería supina, pero saber que Congo se implicaba conmigo, tomando mi ansiedad con el respeto que se merece y considerándola un problema serio, significó y significa mucho para mi. Por eso ahora cuando me dice:

- ¿Por qué no quitas ya el papel del espejo? Ahora ya no lo necesitas, ya te encuentras bien.

Le respondo convencida:

- ¿Qué más te da? Déjalo que ahí está bien.

Y es que me gusta recordar cada día que, a veces, con un gesto y unas pocas palabras sencillas, todo es posible.




domingo, 5 de octubre de 2008

Descubriendo a Luís Felipe Comendador

 

libros blog l.f.

 

Ahora tengo tus libros sobre la encimera de la cocina. Unos sobre otros. Les doy una vuelta. Otros sobre unos. Los voy abriendo al azar y leo algunos de los poemas en alto.

“Ojo de gato “ del libro: “El amante discreto de Lauren Bacall”

Hoy no ha salido el sol
como otras veces
y el día es una noche rara.

Miro los automóviles
y me siento
como el gato asombrado
que espera el atropello
con los ojos abiertos.

Hay días de abandono…
y yo vago sin norte
por las calles
porque hoy no quiero verte
vencida,
           derrotada.

 

“En el bar” del libro: “El gato sólo quería a Harry”

Y sin embargo,
cuando el universo
es una suma de miradas,
me siento todo y parte,
victoria y contratiempo.

La mujer que devora
una boca en la barra
también soy yo.

 

"Con la muerte en los talones" del libro: "Con la muerte en los talones"

Corro y me desmadejo.

Unos días me asomo a la muerte
y acierto a huir,
otros días sorbo la vida
y no sé.

Si el mar resiste
tendré que intentar bebérmelo.

 

del libro "Aráñame"

Me encanta tener contigo
accidentes geográficos.

....................

Desde que mi hija sale por las noches
he empezado a leer.

....................

Las sirenas, aquí, viajan siempre
en ambulancia.

 

Las tortugas escuchan mi voz y me miran curiosas desde su bañera azul. El aire huele a espinacas, calabacín y zanahorias. Esta noche vamos a cenar puré. Senia protestará como hace siempre y dirá: "¿Otra vez vamos a comer verde?". Y yo le responderé: "Anda, calla y come que es una comida muy sana. Cuando seas más mayor y tus caderas y tu culo tiendan a ensancharse y a crecer, respectivamente, me lo agradecerás". Ella gruñirá por lo bajo. Y Congo añadirá: "Pero si está exquisito." Pero todo eso sucederá durante la cena.

Ahora.

Ahora mismo sólo existimos ellos y yo: El pequeñito rojo y negro, el de la portada de botones, el que tiene dibujada una langosta...

Y me siento tan nerviosa como si fuese una niña pequeña la víspera del día de Reyes.

 

...ooo000ooo...   ...ooo000ooo... ...ooo000ooo... 

 

Si queréis conocer un poco más a Luís Felipe Comendador podéis visitar su blog "Diario de un Savonarola"

 

sábado, 4 de octubre de 2008

Porque te quiero a ti...






"El beso" by Augusto Escobedo - Fotografía de Salvador Penaloza




Acomodada en el regazo de Congo,
como reina en su trono,
me deshago lentamente
en el sabor conocido de su boca.


Sus dientes con mis dientes,
entrechocándose.


Sus labios sorbiendo mis labios,
sedientos ambos.


Su lengua y mi lengua
jugando a perderse
por todos los rincones.





jueves, 2 de octubre de 2008

Otro día de cumpleaños para Sara.










Aquella mañana me escapé de la oficina, literalmente, y me dirigí a la playa. Llevaba una bolsa en la mano, no sé con qué. Hace ya tantos años... Pero sé que llevaba esa bolsa. También puedo recordar la ropa que llevaba y que el día estaba grís. Supongo que no tiene importancia ahora. Estacioné el coche en el aparcamiento casi vacío y caminé hacia el arenal.


Quería morirme.


Morirme de verdad era la única idea que tenía en la cabeza ya que no encontraba solución a mis problemas. Anduve por los acantilados muy cerca del mar, dejándome salpicar por las olas que rompían contra las rocas. Lloraba. Lloraba porque estaba perdida, porque me faltaba valor o no estaba lo bastante desesperada para sumergirme en aquella profundidad que me atraía como un imán.


No sé cómo conseguí volver sobre mis pasos y regresar a la playa. Se entremezclan muchas imágenes confusas. Agotada, derrotada, abatida... me senté en la arena. Seguía llorando pero ahora los motivos eran otros. Ella se había colado en mi cabeza. Mi niña pequeña, mi niña delgada y blancucha. No podía abandonarla así.


Y decidí vivir, rogándoselo al mar.





mar
diaño cascabeleiro
que envolves
nas túas mareas
os porvires da xente
que afoga en ti





mar
por qué me chamas así
co teu son
enfeitizador
e traizioeiro




mar
déixame ficar aquí
nesta terra de tolos
na miña casa baldeira,


aínda non atopei
meu amor


Mar, diablo cascabelero que envuelves en tus mareas, el porvenir de la gente que se ahoga en ti.
Mar, ¿por qué me llamas así, con tu sonido hechizador y engañoso?
Mar, déjame quedar aquí, en esta tierra de locos, en mi casa vacía.
Aún no encontré mi amor.




..........00oo00oo00..........

Las fotografías son de un buen compañero de trabajo Luís Lorenzo Leira. Si pincháis en su nombre podéis ver más fotos tuyas. Estas de hoy se titulan (por orden): "Open", "Ortigueira 034", "Sola" y "Tres minutos antes de llover".

El poema os lo muestro tal cual lo sentí y lo escribí, en gallego, porque creo que tiene otra musicalidad y otra fuerza que no tiene traducido al castellano. Aunque no soy "galega parlante", a veces los textos llegan a mí en gallego y así es como deben de permanecer.




miércoles, 1 de octubre de 2008

El que guarda siempre tiene









Esta tarde no sé cómo, recordé que hace bastantes años que me había comprado varios papeles de cartas para escribir con sus respectivos sobres. Los adquirí en la oficina de Correos y cada folio con su sobre conmemoraba una escena de El Quijote. El único ejemplar que conservo es el de la escena: “El escuadrón de ovejas”. El sobre ya traía el sello dibujado (como podréis apreciar en la fotografía) y sólo estaba destinado a envíos nacionales.


Después también me puse a rebuscar en la caja de los marcapáginas (tengo un buen lote guardados, me encantan) porque también recordé que tenía uno en el que se veía Don Quijote. El motivo del marcapáginas era promocionar un Concurso de la ONCE que rezaba: “En un lugar de tu imaginación”. Y buscando éste en concreto, me topé con uno del Círculo de Lectores que venía en un juego de varios que hacen referencia a personajes famosos de la Literatura: El Principito, La dama de las Camelias, Peter Pan… Cada uno lleva una cita incorporada y la de El Qujote reza así: “Bien parece que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí y ponte en oración.”


Y esta foto y esta reseña son hoy mi pequeño homenaje a nuestra lectura colectiva y con un poquitín de retraso, a la conmemoración de que un 29 de septiembre de 1547 nació en Alcala de Henares, Miguel de Cervantes Saavedra, máxima figura de la literatura española y conocido en todo el mundo por haber escrito "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha", que muchos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal (información obtenida en el post "Cervantes en Google", del blog de Eifonso Lagares, Islas Cíes Blog.


Se puede seguir la lectura colectiva todos los jueves, en el blog La Acequia, espléndidamente dirigida y coordinada por Pedro Ojeda Escudero, así como seguir también a algunos de sus fieles colaboradores como: Jg Riobó del blog, Sobre la mirada, Juan Luís del blog, Se buscan lectores… y muchos más.