viernes, 11 de enero de 2008

De carne y hueso


Congo ya es de carne y hueso.

No hay en su cuerpo ningún rastro de madera.
Sus abrazos vuelven a ser cálidos y acogedores.
Sus besos saben como siempre, a Listerine.
Sus palabras susurradas en mis oídos llenan el aire de burbujas.
Y cuando me miran sus ojos tímidos... sé que nunca más volverá a ser de madera.

Es un presentimiento.

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